Cortesía: FC Barcelona

Barcelona derrotó a domicilio al Athletic de Bilbao. En una plaza que se le complica demasiado, los culés mostraron una de sus mejores caras y supieron dar vuelta a un gol de vestidor. Un doblete de Leo Messi y un tanto más de Pedri marcaron el camino para el equipo comandado de Ronal Koeman.

El partido comenzó a tambor batiente. En menos de 5 minutos y en lo que fue la primera jugada de peligro, el Athletic de Bilbao abrió el marcador. Rápidamente, Iñaki Williams les ganó las espaldas a los defensores culés, se adentró al área, enganchó a su perfil derecho y batió a Ter Stegen en una relampagueante y contundente culminación.

Continuando con esa inercia trepidante, los siguientes minutos fueron un ida y vuelta teniendo como protagonistas a Williams por el bando local y a Dembelé por los visitantes. Para buena fortuna culé, el empate no tardó en llegar y al minuto 14, Frankie de Jong recentró un balón desde la línea de fondo y Pedri, de cabeza, emparejó el tanteador.

Poco a poco, las revoluciones bajaron y el juego se centró en el medio campo. Para le recta final del primer lapso, Pedri y Messi se combinaron en una sensacional jugada que culminó con un remate quirúrgico del astro argentino que aprovechó el hueco que dejó el guardameta.

Los culés vivieron sus mejores momentos, pero no pudieron capitalizarlo. Primero el guardameta vasco salvó un potente remate de Griezmann y después, Leo envió su remate apenas por un costado de la cabaña local.  

Para el complemento, los Leones quisieron emparejar el encuentro nuevamente teniendo como su hombre más peligroso a Iñaki Williams. Sin embargo, como pocas veces en la campaña, el Barcelona pudo contener el rival e inclusive se lanzó a buscar ese gol que le diera mayor tranquilidad. Lionel Messi ya lo había encontrado al 52’ pero su tanto fue anulado por fuera de juego.

Al 58´, nuevamente el argentino tuvo que contener el festejo, pero en esta ocasión fue la horquilla la que le negó la anotación. Tres minutos más adelante, el premio llegaría para Messi y los blaugranas. Con el área congestionada de playeras rojiblancas, Griezmann fue paciente y encontró el hueco para servir a Messi, quien ya no perdonaría y con un potente zurdazo la mandó a guardar.   

El 3-1 le dio una tranquilidad más que necesaria a los muchachos de Ronald Koeman. Sólo un descuido del propio Messi ya cuando el partido agonizaba permitió que Iker Muniain acortara distancias, pero esto no impidió que el Barcelona escapara de San Mamés con una victoria sumamente valiosa.