La lucha por los derechos civiles negros, no es tema actual, a raíz del asesinato en Estados Unidos de George Floyd, el mundo del deporte se ha arrodillado en señal de respeto y de recordatorio, todas las vidas importan, o más fiel al lema Black Lives Matter

Los Juegos Olímpicos de México 68 guardan un momento que quedó en la memoria del deporte, como la unión en la lucha por el respeto. Tras la final de la prueba de los 200 metros planos, los ganadores del primer y tercer puesto, subieron al pódium, bajaron la cabeza, cerraron los ojos y levantaron su puño usando un guante negro, Tommie Smith y John Carlos, de origen afroamericano , dieron una señal de protesta a nivel mundial, y todo mientras comenzaba a sonar el himno nacional estadounidense.

En aquellos años, se vivía una tremenda guerra nacional por la lucha de los derechos civiles de las minorías, que incluía, mexicanos en Estados Unidos, obreros, la comunidad afroamericana y el sector más vulnerable de la población de aquel país, Tommie y John, lo entendían bien, pues al venir de comunidades marginadas, habían tenido que afrontar toda clase de retos para llegar a ser atletas.

Además del guante, que representaba la pobreza de la comunidad afroamericana, Tommie portaba un pañuelo negro alrededor del cuello, en señal del orgullo negro mientras que Carlos usó en la ceremonia un collar en memoria de todas las personas asesinadas y que no recibieron una sepultura digna, de igual manera su chaqueta permaneció abierta en solidaridad con todos los obreros americanos que recibían muy mal trato.

En contra de lo que muchos piensan, el segundo lugar, el australiano Peter Norman, también apoyó la causa, los tres atletas portaron insignias que comenzarían el mítico Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos.

Quedará en la memoria de toda la mítica frase de Smith «Si gano, soy americano, no afroamericano. Pero si hago algo malo, entonces se dice que soy un negro. Somos negros y estamos orgullosos de serlo. La América negra entenderá lo que hicimos esta noche«

Media década después aún recordamos la importancia de este momento y en estos días nos sirve como recordatorio de que en el deporte y la vida todos somos iguales, todas las vidas importan.