Por : Juan José Ibarrola Dávila.

¿Hasta dónde puede llevar el fanatismo?
¿Hasta dónde ciega la pasión?
¿Vale la pena?
El clásico capitalino nació en el torneo 1984-1985. La primera vez en la cual «Azulcremas» y «Universitarios» se encontraban en una final..
Pumas llegó a liguilla como super líder con 55 puntos; dejando en el camino a Puebla y León. El conjunto de Coapa llegaba en cuarto puesto ubicando a su eterno rival, Chivas en cuartos de final y a Atlas en semifinal.
La ida.
El primer partido se llevo acabo en el Coloso de Santa Ursula. El partido termino 1:1 con goles de Carlos Hermosillo por parte del América y de Alberto García-Aspe por Pumas.
No hay mucho que decir de este primer partido, ninguno de los dos equipos mostró superioridad y no se veía un claro ganador.
El trágico segundo encuentro.
Nuevamente pregunto: ¿Hasta dónde puede llevar el fanatismo? ¿Hasta dónde ciega la pasión?
Nuevamente, ¿vale la pena?
Lo que se esperaba que fuera una fiesta en el fútbol. Lo que se esperaba fuera el primer partido de una eterna rivalidad; lo que se esperaba vivir con la emoción con la que se vive una final, se convirtió en tragedia.
El resultado de este partido no fue de goles, el resultado de este partido fueron ocho personas muertas, tres de ellos menores de edad.
Les tomó dos horas a los aficionaos llenar el estadio, sin embargo, esto no fue una limitante para que la gente quisiera entrar al estadio; esto resulto en que, rápidamente hubo sobre-cupo en el recinto.
Rebasados por los aficionados que esperaban ansiosos ver a su club campeón, decidieron cerrar los dos accesos del túnel 29. La gente cegada por su fanatismo, enferma de pasión e inundada por el miedo, empezaron a correr en todas direcciones para poder salir; lo que pasó después es historia, historia trágica, historia inborrable.
Esto no fue todo. Dentro del estadio hubo riñas por parte de los aficionados de ambos equipos y unos presuntos estudiantes secuestraron 44 autobuses de la ruta 100.
¿Valió la pena la vida de ocho personas por ver un partido?
Para quien se pregunta, el partido sí se llevó a cabo; mismo que termino sin goles.
El polémico tercer partido.
Ahí no acaba la polémica, déjenme decirles que un tercer episodio se llevó acabo.
Por reglamento, se disputó un tercer partido en la «Corregidora», casa de los Gallos Blancos de Querétaro. La polémica de este partido se dio a partir de las cuestionables decisiones del arbitro Joaquín Urrea, quien fue un factor determinante para el resultado de este partido, y para el rumbo del campeonato.
En un tiro de esquina a favor del América, Alfredo Tena golpeó el esférico con la cabeza, impactando en la mano de Félix Cruz; el silbante otorgó la pena máxima y Daniel Brailovsky fue el encargado de anotar el primer gol.
Fue el mismo Brailovsky quien al minuto 56 anotó el segundo tanto en un mano a mano contra el portero Jorge Espinoza.
Otro error del silbante, fue no cobrarle un penal a Pumas cuando Tena hizo una mano en el área. Pero al minuto 71, Ricardo Ferreti disparó desde fuera del área, dándole esperanza a los «Universitarios». Poco después, al minuto 76, Carlos Hermosillo sentenciaba el partido con el 3:1, dándole así al América el titulo y el bicampeonato.
Lo que es más impactante es que después de 35 años, la gente se sigue tomando la seguridad en un estadio a la ligera. Se ve en todos los partidos, riñas entre aficionados, peleas entre jugadores, personas que se meten a la cancha a violentar a jugadores y cuerpo técnico.
Por parte de los estadios su «seguridad» es ineficiente, lo peor que puede pasar si alguien es partícipe de uno de estos hechos, es una multa, porque la mayoría de las veces todo queda impune.
El fútbol es un deporte, un deporte es algo sano y divertido; no algo violento y desagradable. No hay el mínimo respeto, si alguien te ve con una playera que no sea la de su equipo, corres el riesgo de que te violenten. Si estás feliz porque tu equipo ganó, corres el riesgo de que te violenten.
Se ha creado una falsa cultura alrededor del Fútbol, una cultura de intolerancia y violencia. Desde el grito homofobico «puto», hasta todos los cantos de los aficionados amenazando de violencia.
La tragedia de hace 35 años nos tiene que quedar como lección de lo que pasa si tu fanatismo te ciega; de lo que puede ser el costo de una rivalidad.
Nos encontramos pronto.
