Por Humberto Coria
Me encuentro en medio de un debate sobre los mejores equipos europeos de futbol de la historia y yo, aficionado del AC Milán, esperando mi turno, busco mis argumentos. De repente, logro escuchar que el debate empieza a tomar tintes modernos y los argumentos, como se lee muy seguido ahora en redes sociales, son ubicados en una línea temporal del 2010 hasta nuestros años. Como en casi todos los ámbitos de la vida, puedo recurrir a la ignorancia de mis compañeros de debate y argumentar sobre glorias pasadas de mi equipo, pero si realmente quiero ser escuchado y seguir latente en esto, debo buscar entre estos años algo que me haga tener oportunidades de ganar. Sin embargo, después de escudriñar, no he encontrado algo realmente objetivo. Llegado mi momento de hablar, no puedo decir algo significativo y soy excluido de la conversación. Uno de mis compañeros se acerca y me pregunta: ¿Por qué sigues apoyando al Milán en pleno inicio de 2020? Mi mente empieza a volar.
Tras una década completa en la oscuridad, que empezó parcial y ahora es total, parece que este año puede ser crucial para el futuro del equipo italiano, tanto que, estoy seguro, quedará escrito en su historia y en 50 años quizá, un nuevo aficionado del Milán, que en ese entonces apenas leerá sobre su historia (de verdad deseo esto, porque a las personas de futbol más jóvenes cada vez les interesa menos lo hecho en el pasado por sus equipos) leerá el episodio del 2020, cuando Paolo Maldini, quizá la máxima figura del milanismo, inmiscuido en la directiva del equipo de sus amores, fue parte de algo espectacular o fatal. ¿Será el inicio de una etapa que nos haga soñar con ver jugadores top en el Milán otra vez o será el acabose de un equipo que lleva años haciendo de todo para ser olvidado?
Por todos es sabido que la crisis aumentó cuando Silvio Berlusconi vendió el equipo a un hombre de negocios de nacionalidad china que se apareció dos veces en Milanello y que finalmente perdió el equipo por falta de pago al fondo que le prestó el dinero para su adquisición. Tras quedarse con el equipo, la crisis parecía que había terminado con un mercado de fichajes nunca antes visto, en el que incluso se hizo la compra más elevada en toda la historia del equipo (Leonardo Bonucci). Las llegadas de jugadores como Hakan Calhanoglu, André Silva, Lucas Biglia y compañía auguraban un futuro en el que se esperaba, por lo menos, pelear por el regreso a UEFA Champions League, con todo lo que esto significa, tanto deportiva como económicamente.
Sin embargo, comenzando esta temporada lo único que los aficionados más analíticos pudieron constatar fue que el cambio quizá no estaba en comprar jugadores, sacar la chequera y gastar las cantidades que hoy en día se gastan. Se pidió la cabeza del otrora entrenador Vincenzo Montella, que fue entregada a la afición y se contrató a Gennaro Gattuso, aún con la poca esperanza que esto otorgaba, ya se había hecho este experimento antes con Clarence Seedorf y Filippo Inzaghi. Sin embargo, Gattuso sí representó un cambio en actitud, elevó el nivel de muchos jugadores y a pesar de su poca experiencia, entre ella incluida su fracaso con el Palermo, en poco más de temporada y media, “Rino” hizo del equipo uno competitivo, que alcanzaba a incomodar a sus rivales directos por tradición, a algunos incluso a vencerlos -poco para lo que históricamente deberíamos pedirle al Milán, obviamente- y terminó con el equipo, la temporada pasada, en quinto lugar, a casi nada del Inter y el Atalante, que sí clasificaron a Champions. Pongamos especial atención en lo que significa esto porque será primordial para entender lo que sucede actualmente. Como se debe entender, Gattuso dio un paso al costado y aceptó su despido, más generado por la exaltación que él mismo generó por llevar al equipo al límite y al final quedarse en lo mismo de temporadas pasadas que realmente por un análisis objetivo de su trabajo, además del constante estrés que ya se veía reflejado en su rostro.
Llegó la presente temporada y la llegada de Marco Giampaolo, considerados por algunos, en los que me incluyó, un “genio silencioso” del futbol italiano, algo así como lo que fuera Maurizio Sarri en su momento con el Émpoli, otra vez, vaticinaba alegrías y por lo menos una identidad de juego. Hubo descartes y llegadas importantes, como la de Rafael Leao, Theo Hernández, etc. No obstante, a Giampaolo no le pudo ir peor, empezó perdiendo con Udinese y al paso de los 6 partidos que dirigió al equipo, nunca se vio una idea de juego y se fue tras vencer al Genoa a domicilio, una vez más, irse tras una victoria sólo indica que te vas por la expectativa que generaste que al final no cumpliste, clásico en equipos grandes. Después llega el actual entrenador, Stefano Pioli, y aquí es donde ya podemos hacer un análisis completo. Narré todo lo que narré atrás no para aburrirlos, a este punto quizá ya llegamos pero quiero instarlos a que hagamos el análisis pertinente, el mío empieza aquí.
Los jugadores son el problema, pero no es el problema total, de hecho, haciendo una repartición, podríamos atribuirle cuando mucho el 30% de la culpa a los actuales miembros de la plantilla. Es claro que hay jugadores que en sus anteriores equipos deslumbraban y por eso se les ha fichado, casos concretos: Hakan Calhanoglu, Ricardo Rodríguez y Franck Kessié, entre otros. Sin embargo, con el trabajo de Gattuso, que desglosándolo podríamos entender que se puede todavía recuperar la mejor versión de estos jugadores, notamos esto entre otras cosas. Gattuso, más que un entrenador, para muchos fue un animador, imagínense lo que hubiera sido con mucha más capacidad como entrenador de la que demostró en el Milán. La otra parte restante de la culpa de la situación actual la podemos atribuir a Iván Gazidis, CEO del equipo, en un 50% junto a los dueños, y el 20% restante a Boban, Maldini y Massara. A los dueños les atribuyo este alto porcentaje por el simple hecho de que su proyecto de equipo está muy mal encausado y mal ejecutado. Para empezar, Gazidis ya destruyó al Arsenal, hoy vemos sus consecuencias, y la idea, según lo que nos informaron, es hacer del Milán un equipo que compre barato jugadores prometedores, los desarrolle y luego obtenga “beneficios” de ellos, con este último término ambiguo no se logra dilucidar si se esperaban beneficios económicos o deportivos, pero algo está claro, el Milán no es el Borussia Dortmund. Hacer del equipo rossonero este proyecto sólo te muestra como alguien desubicado, poco conocedor de futbol y quizá un dueño más en la lista que se espera para los próximos años. Y ya el simbólico 20% para los otros tres señores es porque ellos son los que están dando la cara por este pésimo proyecto de equipo. Eso sí, debemos reconocer que a los señores del Grupo Elliott, dueños del equipo, no les hace falta malicia. Han puesto jugadores con glorias pasadas en el equipo en cargos que por su naturaleza son a los que se les achacan todos los males para ampliar el periodo de paciencia en la afición. ¿Quién no le perdonaría a Maldini varias metidas de pata?
La idea ahora es vender a casi toda la plantilla, eso ha informado Boban. Hay jugadores que por el talento que poseen y lo que en algún momento demostraron y hoy ya no son los principales señalados, como Suso y Calhanoglu. La gente está ilusionada con las salidas de estos jugadores y con la llegada de jugadores de la “talla” de Zlatan Ibrahimovic, porque otra vez, sí, nos han engañado, Zlatan no es lo que era hace 8 años que jugó en el Milán, no le resto méritos al sueco pero no es la solución ni a corto plazo para salvar este barco que se hunde. Vender y comprar de nuevo, armar una plantilla de nuevo, con el proyecto que se tiene en mente, resultará en lo mismo. Se habla de que posiblemente llegará Massimiliano Allegri pero dudo mucho que alguien de su jerarquía acepte llegar con un proyecto así y un CEO así, porque de verdad, Gazidis es un cáncer, allí donde quieras ver crisis, allí donde debes llevarlo.
Se rumorea que existen planes de cambios de dueño, de cambio de proyecto, de cambio de plantilla, de cambio de técnico. Esto sólo indica crisis grave. ¿Es momento de soñar o de llorar? Realmente no lo sé. Por un lado te ilusionan con la llegada de alguien como Allegri y por otro te hablan de cambios en todo, que no es la primera vez, para empezar de cero otra vez. Estamos a mitad de temporada y ya se piensa en la siguiente, desechando por completo la actual. ¿Recuerdan que a principio de temporada se renunció a la Europa League para sanear finanzas? Hasta en problemas de Fair Play Financiero está metido el Milán, y para eso se necesita gente inteligente que sepa manejar esos rubros porque es más que obvio que muchos equipos como el Manchester City, PSG, etc., no cumplen con ese acuerdo. Y al Milán lo han cachado, mamita!
Saquen sus propias conclusiones rossoneros y crean lo que más les haga feliz creer. Ilusiónense si lo creen necesario y lloren si también lo creen así. Yo espero aquí, donde siempre, prendiendo la TV cada ocho días para ver a mi equipo, cosa que como en muchos otros hogares no cambiará, al igual que quizá, el inexorable destino fatídico de mi equipo.
